Si las vacaciones de verano fueron todo un desafío, las de Navidad tampoco se quedan atrás. Comidas con los compañeros de trabajo, cenas con la familia, gente abarrotando calles y comercios, regalos a tutiplén, décimos de lotería… Todo ello puede ser realmente estresante y agotador sin una planificación adecuada, pues muchas veces acabamos participando en tradiciones o eventos que en verdad no nos seducen, no nos apetecen, nos vienen fatal económicamente, o directamente no encajan en absoluto con nuestra personalidad. Si este es tu caso, presta atención a los siguientes consejos para que estas fechas de turrones y villancicos no se conviertan en una tortura para ti:

1. Calcula cuánto dinero quieres gastarte, y luego distribúyelo: lo primero que debes hacer es determinar el importe que quieres y puedes gastar en estos días, y después te sugiero que elabores una lista con las situaciones u objetos que van a requerir de esa inversión (vacaciones, regalos, cenas…). Aquí de lo que se trata es de priorizar lo que resulte más importante para ti, reservando un mayor porcentaje de caudales para ello, y de aprender a hacer malabares con el resto, o incluso a prescindir de ciertos gastos aprendiendo a decir «NO». Por ejemplo, si tu presupuesto es de 1000 euros, y lo que más deseas en el mundo es hacer un viaje que he va a costar 500€, ¡hazlo!, ¡permítete ese capricho!, ¡no pienses en el qué dirán! Si después tienes que hacer las veces de anfitrión/a en una cena familiar, y no puedes servir marisco fresco, ¡ponlo congelado!, ¡o no lo pongas, directamente! Sustitúyelo por algo más económico y con mayor valor sentimental, como la receta del estofado casero de tu abuela, que seguro que lleva ingredientes más asequibles como pollo, patatas o verduras; o encarga pizzas, empanadas y hamburguesas y, por una vez, sáltate las normas y haz de esta Nochebuena algo menos clásico y más original y divertido. Y, respecto a los regalos, la estrategia a seguir es exactamente la misma… Es decir, si se te da bien el bricolaje, la costura, o la artesanía, ¿qué mejor obsequio que una cosa así? Y, si ese no es tu caso, siempre puedes buscar comercios de regalos personalizados u originales, acudir a un outlet, o reutilizar aquellas cosas que que tengas en casa aún por estrenar y que pienses que pueden ser del agrado de tus seres queridos. Si tanto las cenas como los regalos los planificamos en función de lo que se gastan los demás, y tememos no estar a la altura, estaremos renunciando a tener el control sobre nuestros propios gastos, y lo estaremos depositando en manos ajenas, lo cual puede favorecer que nos sintamos inseguros de nosotros mismos, a la par que insatisfechos y frustrados, y que un objetivo tan sencillo como hacer un viaje cuyo coste es tan solo de 500 euros se convierta en todo un imposible. A menudo el error está en creer que los caprichos no son necesidades, cuando en realidad sí lo son, ya que muchas veces suponen satisfacer un mínimo de autocuidado personal, y eso es clave para el bienestar emocional y para gozar de una adecuada autoestima. También nos equivocamos al pasar por alto que aquellas personas de nuestro círculo íntimo o social cuyos gastos en estas fechas son muy superiores a los nuestros, tal vez gasten más porque se lo pueden permitir, pues sus circunstancias económicas no tienen por qué coincidir con las nuestras, y quizás algunos de ellos puedan invitarnos a su mesa y servirnos marisco fresco, o incluso regalarnos una joya, y a pesar de eso aún les sobra para irse de vacaciones. Si tratamos de aparentar que nosotros no somos menos que ellos, e iniciamos una competición absurda por ver quién decora mejor su casa, quién prepara el menú más caro, o quién adquiere el regalo más costoso, lo único que conseguiremos será endeudarnos, malhumorarnos y quedarnos sin el viaje de nuestros sueños. Ahora piénsalo, ¿realmente merece la pena?

2. Una vez aclarado este punto, toca hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo afrontar los eventos sociales? Para muchas personas las reuniones navideñas suponen enfrentarse a ese cuñado al que no pueden ni ver, o a esa suegra que siempre se mete en todo, o a esos compañeros de oficina que critican mordazmente a toda la plantilla…, de modo que pueden acabar convirtiéndose en un verdadero suplicio. Pues bien, ¿cómo lidiar con este tipo de situaciones?, ¿cómo acudir a una comida o a una cena de Navidad sin que el pavo se nos acabe atragantando? La clave está en no callarnos ante aquello que nos moleste, pero al mismo tiempo pasa por aprender a utilizar la ironía, el humor, y hasta el lenguaje gestual, para transmitir nuestro punto de vista, sin caer en la trampa de irritarnos, iniciar una discusión o fingir que pasamos de todo pero demostrar con nuestros gestos lo contrario. Poner límites desde la asertividad no solo es absolutamente necesario, sino que puede acabar resultado algo divertido. Al fin y al cabo, consiste en desafiarnos a nosotros mismos, y en demostrarnos que somos capaces de desenvolvernos mejor en lo que podemos considerar nuestra pequeña jungla. Además, cuando la gente de nuestro entorno está acostumbrada a vernos en el papel de cervatillo asustado, suele quedarse en shock al comprobar nuestra metamorfosis hacia una especie algo más feroz, por lo cual estaremos jugando con la ventaja que nos brinda el factor sorpresa.

3. Por último, si directamente crees que no puedes celebrar este año ningún tipo de fiesta, pues estás atravesando un proceso de duelo reciente, o existe cualquier otra circunstancia que haga que sientas la Navidad como algo terriblemente hiriente para ti, permítete romper las reglas y desvincularte por completo de estos días de tradiciones. Mira por ti, ve a tu bola, como se dice coloquialmente, e idea un plan para evadirte de los villancicos, las luces y las guirnaldas. Ya vendrán más navidades, y ya habrá ocasión de trabajar a nivel emocional para volver a enfrentarnos a ellas sin que el sonido de una simple pandereta ponga nuestro mundo patas arriba. El tiempo, especialmente con ayuda de la terapia, se encargará de cicatrizar nuestras viejas heridas, y puede que incluso acabemos reconciliándonos por completo con ese espíritu navideño que nos invadía felizmente en nuestra infancia. Pero no conviene apresurarnos, ni meternos presión, ni forzarnos… Si este año necesitamos concedernos una tregua a nosotros mismos, ¡hagámoslo sin dudar! No nos pongamos una careta en el corazón para agradar a los demás y que no se disgusten. Quienes verdaderamente nos conozcan y nos aprecien, no nos exigirán pasarlo mal, y respetarán nuestra decisión. Y, a quienes no logren entendernos, siempre se les puede recomendar poner a punto su empatía y su flexibilidad cognitiva con la ayuda de un profesional, pero el sacrificio nunca es una opción; no, cuando puede evitarse.

Hasta aquí estos breves consejos para que la Navidad no pueda con nosotros. Espero que os resulten de utilidad. Nos vemos en el próximo artículo. Recordad que podéis solicitar una primera sesión online gratuita conmigo en cualquier momento, y que también podemos reunirnos de manera presencial en Cuenca o en Albacete.

Un abrazo para tod@s,
Macarena Pinedo López (Núm. colegiada CM-03154)

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Soy Macarena Pinedo López, psicóloga y escritora.

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